Día 12. La primera película que viste con tu primer amor

No estoy segura de que haya sido la primera película que vimos juntos, pero sí sé que fue mi primer enamoramiento y uno de los mejores regalos que me hiciera ese primer amor: la espléndida Mi tío (Mon oncle) de Jacques Tati.

Han pasado cerca de veinte años y todavía cuando la vuelvo a ver recuerdo las circunstancias de la primera vez: él, estudiante de arquitectura, me contaba fascinado por qué le gustaba tanto la película, yo lo escuchaba embelesada, aunando mi amor por el cine al afecto que sentía por él.

¿Cómo no caer rendida ante Tati? Conocí entonces a Monsieur Hulot, el legendario personaje del humorista francés cuyas peripecias seguí a través de la serie de películas que lo muestran en tan diversas situaciones. Todas me gustan, pero ésta, tal vez por ser la primera, quizá por lo bien que me la vendieron, por la dicha de su visionado, es para mí inigualable.

El choque de la modernidad llevada al extremo versus la sencillez del protagonista, el mundo de apariencias y supuestas comodidades -que a la larga complican la vida- en oposición a la naturalidad de lo simple y lo viejo, y sobre todo, la manera de aprender y divertirse del sobrino de Hulot con ese tío torpe y sin sentido, hacen que esta sea una de mis cintas preferidas. Hay que resaltar, tanto como su argumento y actuaciones, el manejo del color, contrastante y depurado, y del sonido, maravilloso en su casi absoluta ausencia de diálogos. Otra imperdible, quien la vea no se arrepentirá nunca.