Día 98. El mejor cortometraje que has visto

En el año 2002 se realizó un proyecto cinematográfico maravilloso, llamado Ten Minutes Older (Diez minutos más viejo). Inspirado en el corto documental que llevaba ese nombre, el productor Nicolas McClintock convocó a 15 directores para que realizaran sendos cortos, de diez minutos de duración cada uno, en los que reflexionaran sobre el paso del tiempo (a propósito del reciente cambio de milenio).

El resultado fueron dos largometrajes, titulados «The Trumpet» y «The Cello«, en el que participan cineastas de la talla de Itsván Szabó, Wim Wenders, Kaige Chen, Jim Jarmusch o Jean-Luc Godard, que abarcan casi todo el espectro de posibilidades cinematográficas: hay documentales, argumentales e híbridos, narrativas clásicas, modernas y experimentales, estrellas y actores naturales, color y blanco y negro, dulzura y agresividad. Las únicas constantes son la alta calidad y la rúbrica del autor tras los empalmes entre cortos, que muestran el agua que corre y la música que los une.
Entre todos esos cortometrajes, hay uno que adoro especialmente (cuesta trabajo escoger, podría haberme ido por «Dogs Have no hell», de Kaurismäki o «Histoire d’eaux» de Bertolucci, que son los otros dos más fascinantes para mí), y es «Addicted to the Stars», de Michael Radford. Cuenta la historia de un astronauta que regresa a la Tierra tras un viaje sideral que duró casi 90 años luz, aunque él, en todo ese tiempo, solo envejeció 10 minutos. Su desconcierto ante el mundo que encuentra, sus emociones complejas por lo que dejó atrás, el dilema moral al que se enfrentó y se sigue enfrentando son el sustento de una historia con gran profundad, a pesar de su corta duración. Las imágenes son hermosas, la luz, encantadora, el montaje, muy interesante. Aquí lo dejo, y espero que lo disfruten tanto como yo.