Día 69. La mejor película de acción

Toda película es, de un modo o de otro, de acción. Sí, hay filmes lentos, los hay en los que parece que no pasara nada (y a veces son formidables, aunque a priori parezcan aburridos), pero en el fondo, la acción es la razón de ser del cine. Por algo será que es la palabra que el director (o su asistente) grita para empezar a rodar cada toma: es el sentido de la imagen en movimiento, la esencia de la narración.

Me podrán decir que peco por retórica, pues lo que hoy pregunta el reto es por el género, pero es que me cuesta circunscribirme a él, entenderlo del todo. Aquí cabe el cine de aventuras, el de detectives, el de artes marciales, el western, la ciencia ficción y mucho más. Queda por fuera, quizá, buena parte del drama, de la comedia romántica y del thriller psicológico, que ya es algo. Y aun así, me queda difícil decidirme. Me tienta mucho Kill Bill, pero hay algo que me detiene, no sé bien qué, y ya he elegido para retos anteriores otras de Tarantino que podrían servir. Adoro la saga de James Bond, pero no puedo elegir una sola de sus películas, ni tampoco todas, pues son muy desiguales, así que también las descarto. Respecto a los superhéroes tengo mis reservas, aunque los disfrute, así que no es fructífera la búsqueda por esos lares… me voy, entonces, para Oriente. Como ya hablé en una ocasión de la maravillosa y profundamente bella Héroe, de Zhang Yimou, elijo, casi que por descarte, El tigre y el dragón (Wo hu cang long), de Ang Lee.

Una historia de amor secreto se mezcla con una historia de venganza. El gran maestro de artes marciales Li Mu Bai -Chow Yun-Fat- sale en busca de la espada de jade que ha sido robada por Jen Yu -Zhang Ziyi-, una joven entrenada por una experta criminal, que quiere llevar una vida de aventuras y que está enamorada de un rebelde. A Li lo ayuda Yu Shu Lien -Michelle Yeoh-, otra experta luchadora, y su viejo amor secreto. La tensión romántica iguala a la creada por los enfrentamientos entre los protagonistas, que saltan, vuelan y se desplazan a grandes velocidades mientras pelean, capacidades mágicas ganadas en su arduo entrenamiento.

Los temas habituales de Ang Lee -el enfrentamiento del individuo frente a la sociedad, la ruptura de las tradiciones, etc.- están presentes aquí, así como su indudable calidad estética. Y es, sin duda, su película con más acción -descontando, tal vez, su descalabrado Hulk– en la que sabe mezclar escenas trepidantes con pausas deliciosas. Un encanto de película que vale la pena volver a ver.