Realmente me gusta lo que hago. Y que yo sepa, no hay ninguna película que hable de todas las cosas a las que me dedico: literatura, semiótica, docencia universitaria, crítica de cine… puede que haya algunas por separado (salvo la de un protagonista semiólogo… si alguien la ha visto, ¡que avise, por favor!), pero lo que me apasiona es el conjunto, es combinar mis oficios, pasar de una tarea a otra. Tal vez no disfrutaría ninguna tanto si fuera mi única ocupación en la vida.
Así que opto por algo muy distinto, un «oficio» que me ha gustado desde chiquita y creo que me fascinará hasta que tenga aliento: la vida estudiantil. Creo que por eso es que enseño, porque es la mejor manera de seguir aprendiendo, y porque así sigo en contacto con los estudiantes, con la eterna juventud, las ansias de saber, la creatividad bullente y esas eternas ganas de vivir que se demuestra siempre en las aulas.
La película que elijo no es la mejor del mundo, definitivamente, pero representa ese espíritu que me acompaña. Se trata de El estudiante, cinta mexicana de Roberto Girault, en la que un viejo decide volver a la universidad y se enfrenta a una nueva generación, a nuevos conocimientos, a retos, en fin. Es una historia simple, tirando a moralista, bastante hegemónica, pero bonita, y definitivamente no descarto seguir estudiando siempre, sobre todo cuando llegue mi jubilación, ¿qué puede haber mejor para hacer?
Bueno, aparte de viajar e ir a festivales de cine, tal vez. Por que si, como sugirió Ingrid en un comentario anterior, se pudieran incluir series de televisión en el Reto, me habría tentado elegir The Critic, de la que aunque vi muy pocos capítulos, siempre los adoré.
Pero como el reto es de cine, con el cine nos quedamos, aunque sea mucho menos buena la película que la serie televisiva sobre cine. Así que aquí va el tráiler, para que se hagan una idea de mí, a los setenta, ya no como profe sino como alumna:
Lo que más admiro del personaje central de «El Estudiante» es que llegada la hora de la jubilación tuviese ese deseo de volver a estudiar formalmente en la universidad.
Pero si de películas de profesores nos refirieramos me quedo con «Mentes peligrosas» con Michele Pfeiffer y cómo su personaje intentaba con la práctica ganarse el interés de los alumnos, aquel concurso «Bob Dylan» (en la versión española si la hubiere debería ser un cantante famoso que tuviera canciones en español), o cómo reaccionaba la gente de la calle según los alumnos la abordara con educación o no.
Yo, en mi etapa estudiantil, siempre he echado en falta el lado práctico de la enseñanza, ya que, salvo honrosas excepciones, todo se aprendía en las aulas y con libros o pizarra.
Saludos
Es solo uno de los oficios que me gustaría tener: el de Remy en Ratatouille.