Día 19. Una película que te recuerda tu infancia

Si no fuera porque ya hice en este blog una crítica a El erizo (verla aquí),  esa sería la película que escogería para el reto de hoy. Siento que Paloma se parece a lo que fui de manera casi alarmante. En vez de andar pegada de una cámara, mis medios de expresión eran la literatura y la pintura, y con ellos todo lo estaba inventando o documentando. Tenía edemás una relación de coqueteo con la muerte, no entendía por qué era tan importante vivir, ni para qué, a la vez que construía relaciones memorables con adultos cercanos y disfrutaba bastante de mi cotidianidad, mucho más en casa que en el colegio.

Pero como ya hablé en extenso de ella, me decanto por otro filme muy distinto, que me recuerda mi infancia de varias maneras. Se trata de El señor de las moscas (Lord of the Flies) de Harry Hook, basada en la maravillosa novela de William Golding que leí demasiado temprano. La versión del filme que elijo es la primera que vi, la que me impactó bastante al traerme a la cabeza de nuevo a todos los personajes y esa trama difícil y dolorosa.

Me recuerda entonces mi infancia lectora, al ser una de las primeras lecturas que me marcó para siempre, junto con El guardián entre el centeno (The Catcher in the Rye, de Sallinger, que leí en una versión titulada El cazador oculto) y algunas otras obras más. Pero también me recuerda mi dolor profundo al ser diferente. Me identifiqué profundamente con Piggy, ese personaje trágico que no logra integrarse al grupo y que, en su maravillosa singularidad, es rechazado hasta un punto impensable.

La vida de los niños es mucho más compleja de lo que creemos los adultos, tan propensos a olvidar lo que fuimos. Y por eso me gusta esta película, porque retrata la crueldad de la que son capaces esos seres que imaginamos inocentes y desprovistos de malas intenciones, el profundo dolor que pueden sentir, los matices y pliegues de su personalidad mucho más compleja de lo que admitimos.

Admito que no se trata de un recuerdo alegre. Seguramente en otra ocasión se me habría ocurrido algo muy distinto… ¿Por qué no El tambor de hojalata?

Los dejo con un abrebocas de El señor de las moscas: