Ya lo dije en una ocasión anterior: me encantaría en un futuro tener la vida que tiene la pareja protagonista de Un año más (Another Year), la deliciosa película de Mike Leigh. Cuando el tiempo haya pasado, ya no estemos trabajando, nuestro hijo se haya independizado y haciendo su vida espero seguir teniendo una excelente relación con mi marido, buenos pasatiempos (¿por qué no una huerta, como ellos?) una casa rica y acogedora, y que los amigos vinieran de visita a cada rato. Por supuesto que no quisiera que hubiera malentendidos ni problemas, pero eso supongo que es inevitable.
Lo mejor de la película de Leigh, como siempre, es su naturalidad. Con su estilo de dirección tan particular -hasta donde tengo entendido, trabaja sin un guión en el sentido habitual del término, sino con guías, y mucha preparación de los personajes con los actores, que finalmente improvisan en los ensayos, pero también en el rodaje-, la película transcurre como la vida misma, de manera pausada, cíclica, tranquila, y la sensación que produce es de una realidad inmediata. Ayudan, no sobra decir, las excelentes actuaciones de Ruth Sheen y Jim Broadbent, la pareja protagonista, así como la de Lesley Manville en el rol de Mary, la mejor amiga de Gerri y Tom, entrometida y manipuladora, pero ingenua y dulce a la vez. Un filme, en fin, impecable, entrañable, delicioso.