Día 53. La mejor película de Hollywood

Hoy puedo sonar a cliché, pero definitivamente para mí la mejor película de Hollywood es Casablanca. La meca industrial del cine ha dado un sinnúmero de películas excelentes, imposibles de nombrar aquí: más de un siglo de producciones al por mayor, entre las que hay mucha morralla, es cierto, muchas cosas malas, muchas cintas apenas pasables, algunas buenas, pero también filmes excelentes. Y sin embargo, ninguno iguala a la emblemática película de Michael Curtiz.

Ambientada en Marruecos durante la segunda guerra mundial, bajo el gobierno de la Francia ocupada, se desarrolla una historia épica que combina política, intriga y amor. En una escala hacia la huida de la guerra -normalmente hacia los Estados Unidos, que como es obvio en este tipo de filmes se ve como el parangón de la libertad y las oportunidades- cientos de europeos confluyen en las calles de esta ciudad costera buscando cartas de tránsito que les permitan volar y empezar una nueva vida.

Allí vive Rick -el siempre maravilloso Humprey Bogart-, un norteamericano cínico y deseperanzado, que regenta el café más popular, donde todos se encuentran, y adonde llega Victor Lazlo -un contenido Paul Henreid-, un perseguido héroe de la resistencia que espera poder seguir su lucha desde el exilio. Viene acompañado por Ilsa -la hermosísima Ingrid Bergman-, su mujer, antiguo amor de Rick. Se teje así un triángulo amoroso donde entre varias tramas secundarias conocemos el pasado, los motivos del carácter de Rick, su relación con Renault, el capitán de policía, máxima autoridad en la ciudad, su enfrentamiento con el general alemán -epítome de la maldad, otro elemento típico del cine hollywoodense de la época-, y descubrimos, por supuesto, que aún ama a Ilsa…

Con una fotografía precisa, que juega con la luz y las sombras de manera maravillosa, una dirección impecable, donde ningún elemento visual es dejado al azar, este film memorable es de esos que nadie debería perderse, y que se puede ver una y otra vez sin cansarse nunca. Me sé sus líneas de memoria, y sin embargo me emociono como la primera vez cada que la veo. Ojalá les pase lo mismo.