Día 54. La mejor película independiente norteamericana

De nuevo, no tengo dudas. El cine independiente me encanta, y sé que sus orígenes se remontan al comienzo mismo de Hollywood -que surgió. oh paradoja, con ánimo de independencia de Edison-, tuvo un gran florecimiento en los años sesenta -adoro, de entonces, por sobre todas a Easy Rider-, pero no hay nada como el cine indie contemporáneo, que para mí tiene su origen y parangón en una de las películas mejor logradas narrativa y estéticamente de la historia del cine reciente… aunque ya tiene veinte años: Reservoir Dogs.

Se trata de la ópera prima de Quentin Tarantino, una película extremadamente violenta y masculina, que está estructurada de manera singular: la trama gira en torno al robo de una joyería, pero nunca vemos tal robo. Comienza con la reunión del equipo criminal en una cafetería minutos antes del golpe. Se trata de seis matones vestidos de forma idéntica: traje negro y camisa blanca, e identificados por colores, pues ninguno debe conocer el nombre de los demás por si acaso, el gran jefe y su hijo. Con un reparto fenomenal: Harvey Keitel, Tim Roth, Steve Buscemi, Michael Madsen, Chris Penn y Lawrence Tierney, la historia se desarrolla mediante saltos al pasado que nos cuentan el bagaje de cada personaje y su relación con el jefe, relatos entrelazados con el presente en una bodega, después del robo, que no salió del todo bien.

Contada con una precisión sin igual, la cinta exige al espectador que arme sus propias ideas acerca de lo que pasó, por qué y cómo. Los personajes se enfrentan entre sí en un maremágnum de posibilidades, donde los valores del bien y del mal están completamente trastocados, en favor de una ley de lealtad que no valora la intuición.

El manejo espacial y temporal es maravilloso. la bodega es el espacio por excelencia, y sin embargo no se llega a conocer del todo; el presente se expande, al ritmo del programa radial del DJ K-Billy, hilo conductor del filme que nos lleva y nos trae, junto con los acostumbrados títulos -en este caso los nombres de los personajes- a los que ya nos acostumbraría Tarantino. Los diálogos, también como de costumbre, son casuales y excelentes, ingeniosos y entretenidos, y los personajes son sólidos para sostener la trama.

En resumen, una joya del cine contemporáneo, que marca la entrada al nuevo rumbo del cine independiente, no solo norteamericano, sino mundial.