Preguntarse cuál es la mejor película de suspenso es, para mí, lo mismo que cuestionarse acerca de cuál es la mejor película de Hitchcock. Por supuesto hay otros filmes en clave de thriller memorables, pero el rey del género es sin lugar a dudas el cineasta inglés que saltó a la fama internacional con su trabajo en Hollywood.
La elección no es fácil. ¿Cómo escoger entre Vértigo, Con la muerte en los talones, Psicosis, tantas más? La cinefilia es lo que me ayuda: mi preferida, por sobre todas, es La ventana indiscreta (Rear Window), cinta de 1954, protagonizada por el legendario James Stewart y la hermosísima Grace Kelly. Y me encanta porque se trata de el acto mismo de ver, de interpretar lo que se ve y jugar con eso.
Jeff es un fotógrafo reportero que recorre el mundo entre competiciones deportivas y guerras, tiene una relación con Lisa, una hermosa modelo de la alta sociedad newyorkina, y vive en un pequeño apartamento en el Village que da a un patio trasero. En una de sus correrías laborales se ha partido una pierna y debe quedarse en casa durante siete larguísimas semanas con un yeso que le pesa más que cualquier pecado. Cansado ya, en la última semana, su única distracción es mirar por la ventana y seguir con detenimiento la vida de sus vecinos: una preciosa bailarina, una escultora, un compositor, así como varias parejas, desde unos recién casados hasta un vendedor cuya esposa yace enferma en la cama, y que le dará bastante qué pensar.
Jeff, cuyo oficio es ver, captar imágenes, se dedica a hacerlo ahora desde su inmovilidad, secundado por su novia y por Stella, la enfermera que le han asignado para que lo atienda una vez al día (Thelma Ritter). En cuanto cree que ha descubierto un asesinato, involucra a su amigo policía Doyle (Wendell Corey), quien se muestra reacio a creer lo que le cuenta y a duras penas le ayuda a investigar algunos de los cabos sueltos.
En una sola locación de la que no salimos nunca (la sala del apartamento de Jeff), que se abre en plano general a las ventanas traseras de los demás apartamentos, la coreografía de personajes es impecable. Seguimos las minitramas de cada uno de los vecinos, que aportan cada una un punto de vista para uno de los temas que aborda el filme -el compromiso matrimonial-, mientras dilatan la más importante: el posible asesinato de Thorwald (Raymond Burr) a su esposa, cuyo suspenso llega a ser increíble al final de la película.
Los colores, la fotografía, el vestuario -en especial, por supuesto, el de Grace Kelly, un figurín absoluto- son maravillosos, así como la música, diegéticamente justificada gracias al compositor que ensaya una y otra vez su última pieza, y que acaba salvando a un corazón solitario, logrando un crecendo perfecto tanto narrativo como estético, el film es una obra maestra de principio a fin, una delicia absoluta.
No estuvo mal, pero a mi me causó más suspense Luz de Gas con Charles Boyer e Ingrid Bergman o el Sexto Sentido con Bruce Willis.
Estoy de acuerdo con Luz de gas, película maravillosa y con gran suspenso, pero en cambio Sexto sentido me pareció un film tramposo y no me acabó gustando.
¿»Tramposo»? ¿Cómo… «tramposo»?
Parte del engaño al espectador, se saca ases de la manga, y eso por principio me molesta…