Día 74. Una película donde lo que más te gustó fueron los efectos especiales

No soy fanática de los efectos especiales. Me encanta la ciencia ficción, por ejemplo, pero allí lo que más me gusta es la alternativa a la realidad conceptual que proponen, más que los espacios futuristas o las naves espaciales. Entre menos espectacular, en el sentido literal del término, sea una película, por mí mejor. Pero tampoco puedo negar que de vez en cuando unos buenos efectos logran fascinarme.

Es el caso de Sin City, la maravillosa Ciudad del pecado de Robert Rodríguez basada en las novelas gráficas de Frank Miller. Una película compleja, que mezcla varias historias bastante fuertes, y donde lo más importante, sin duda, es la propuesta visual.

Los efectos especiales fueron un ingrediente fundamental en el filme. Los personajes actuaban frente a una pantalla verde, y todos los fondos se añadieron posteriormente, de manera digital. La textura que Rodríguez consigue en la imagen es también una cuestión de efectos de postproducción, no de dirección de fotografía. Lo que se buscaba era ser lo más fil posible a la gráfica de Miller, sin perder las posibilidades cinematográficas, y es algo que se logró. Y lo más llamativo, el tratamiento del color, que mezcla una realidad en blanco y negro -con tonalidades absolutas y perfectas- con toques coloridos en algunos momentos para llamar la atención más que nada sobre ciertos personajes, es alucinante. Y lo más interesante es que cada una de las historias tiene un «look» distinto, gracias a que Rodríguez contrato a tres empresas diferentes para que hicieran los efectos de cada una por separado -y también porque el trabajo era apabullante-, y así consiguió esa sensación de singularidad en cada una, sin perder la noción de unidad de toda la película.