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El romanticismo tiene muchas caras

Por Andrea Echeverri, andreacine.wordpress.com

A pesar de que quizá no sea un libro que llame irremediablemente la atención en cuanto se ve su portada o se hojea, La romántica logra poco a poco cautivar a su lector. Barbara Gowdy ha sido consentida por el público y la crítica canadiense e internacional, ganó numerosos premios literarios con sus cuatro novelas anteriores. Sin embargo, es poco conocida en nuestro medio, a pesar de haber sido invitada al I Encuentro Iberoamericano de Escritores «El amor y la palabra», realizado en Bogotá en el 2000, y de que su novela anterior El tesoro blanco (o El hueso blanco, traducción literal), publicada por Maeva en España ese mismo año, haya sido un best seller mundial.

La aparente fascinación de Gowdy por la historia de amor medieval entre Abelardo y Eloísa está presente en el sello trágico de La romántica. La autora juega con el tiempo para unir tres momentos de una misma historia que llegan a un dramático clímax sucesivo. La protagonista, Louise Kirk, entrelaza varios episodios de su vida, en una suerte de memorias: su infancia, marcada por el abandono de su madre; el final de su adolescencia, el reencuentro amoroso y el despertar de la sexualidad; la primera juventud, con sus relaciones afectivas, y la adultez, desde la que relata, como un rompecabezas, la historia de su único amor, Abelard, muerto recientemente.

Grace deja a su marido y a su hija de nueve años con una escueta nota en la que anuncia que no volverá y que “Louise sabe cómo usar la lavadora”. Un año después, la niña encuentra un ideal de madre sustituta en la señora Richter, de origen alemán, recién mudada al vecindario junto con su marido y su hijo adoptivo Abel, de quien decide hacerse amiga para acceder a aquella. Pronto el afecto se desplaza de la madre al hijo, en quien permanecerá aún después de muerto. Un amor quebrado y remendado varias veces, correspondido siempre, pero nunca del modo esperado.

Con precisión en el uso del lenguaje, sutilmente (aunque la traducción, notoriamente a cuatro manos, no siempre ayude), Barbara Gowdy nos lleva al interior del personaje femenino, un ser vulnerable, que se deja llevar por los acontecimientos, abandonada por completo a su enamoramiento por alguien aun más singular, Abel, un muchacho talentoso e inteligente pero inepto para enfrentar la vida, alcoholizado prematuramente, decidido a morir joven, incapaz de amarla como ella lo ama a él, como ella necesita desde el fondo de su alma herida.

El manejo entrecruzado del tiempo narrativo, así como el adelanto de información acerca de los siempre dolorosos desenlaces, genera una curiosidad mayor por saber cómo sucedieron los acontecimientos, cuál fue el engranaje que los llevó hasta allí. Y aunque a veces nos topemos con imágenes vistas anteriormente (la protagonista, en vez de ir a la universidad, lee la Enciclopedia Británica, pero sólo llega al tercer tomo; su amado se deja morir ante sus maniatados ojos como el personaje de Nicholas Cage en Leaving Las Vegas), la congruencia del relato hace que lo sintamos vivo, cercano, verosímil.

En definitiva, La romántica es una novela intimista interesante, narrada inteligentemente, donde el verdadero protagonista es el amor mismo, tirano y consolador, único capaz de llenar los vacíos que él mismo deja.

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Un comentario el “El romanticismo tiene muchas caras

  1. Lizbeth Torres
    julio 28, 2011

    Identificada con su motor y con su norte: también amo París Texas.

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Esta entrada fue publicada en julio 28, 2011 por en Literatura y etiquetada con , , , , .

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